viernes, septiembre 17, 2010

Memorias de un viejo hombre

Meses atrás caían uvas desde el viejo ermitaño
Con su gran bastón fanfarroneaba sobre la juventud
Recordaba sus tiempos de antaño
Esos días donde el viejo gozaba de buena salud
Y de buen humor
Poco a poco el anciano lagrimeaba aquellos sutiles momentos de saber
Esas veces que tuvo que caer,
Aprehender
Recorrer
Y valorar ciertas cosas que con el mismo tiempo
Fueron perdiendo su valor.

Años y años acompañaron a aquel hombre,
Tantas calles recorría, tantas noches, tantos días
Lugares destellados, ciudades sin nombre
A veces él iba, se quedaba, volvía
Siempre supo el rumbo de su vida
Y nunca supo el camino correcto
Pero un día su mano, en Excálibur se posó
Y la mirada de un joven de pronto fue otra cosa
Algo intuía la verdad de sus rituales
Y de un salto, nado y poza
El ermitaño encontró la respuesta

Cada día de mi vida ha valido uno y mil centavos
Y por este mismo precio he de vender mi alma
Que mi vida ha de valer menos que mil fortunas
Pero conocer el amor, créanme, es impagable.

Nakzo.

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